lunes, 25 de abril de 2011

       
      LA HISTORIA: El Kursk fue un gran submarino construido por la armada rusa y botado en 1994. Leva este nombre en honor a una de las mayores batallas de al segunda guerra mundial en 1943. Tenia una longitud de 155m. y cuatro pisos de altura, construido con doble casco y de acedro cromo-níquel de 8.5 mm. de espesor de suma dureza y anticorrosivo. Este submarino, junto a otros mas permanecían desde 1990 en sus muelles totalmente abandonado debido a la falta de fondos por parte del estado. Cerca de 2000 fue cuando el estado decidió rescatarlos para algunas misiones de espionaje en la guerra de Kosovo, en donde el Kursk tuvo una exitosa misión.


    El 12 de agosto de 2000 el Kursk debía disparar dos torpedos sin explosivo a un crucero de batalla de la clase Kirov. A las 11:28 hora local (7:28 UTC), algo de peróxido de prueba (HTP), una forma muy concentrada de peróxido de hidrógeno usado como propergol para el torpedo, se filtró a través de la herrumbre en la carcasa del torpedo. El HTP reaccionó con cobre y latón en el tubo desde el que se disparó el torpedo, causando una reacción en cadena que ocasionó una explosión.
La onda expansiva de la explosión se propagó a los primeros compartimentos estancos matando inicialmente a unos 7 tripulantes e hiriendo a varias decenas. Supuestamente el capitán frente a semejante situación haya querido ordenar la ascensión rápida pero el humo y la conmoción interior la haya superado, además la boya de emergencia que actúa frente a casos como este no se desenganchó debido a que había sido asegurada en un misión anterior para evitar que por algún error asome a la superficie y revele la posición del submarino. A los dos minutos siguiente hubo una segunda gran explosión equivalente entre 3 y 7 t. de TNT y midió 3,5 en la escala de Richter, y los reactores nucleares se desactivaron automáticamente para evitar un desastre nuclear. Está explosión fue a la misma profundidad del fondo marino, indicando que el submarino había colisionado con el fondo mismo del océano. (107 m. de profundidad)



    Esta segunda explosión abrió un agujero de 2m² en el casco del navío, que había sido diseñado para soportar profundidades de 1 km. La explosión también dejó abiertos el tercer y el cuarto compartimiento. El agua entró en estos compartimentos a razón de 90.000 litros por segundo, matando a todos los que se encontraban en su interior, incluyendo 5 oficiales de los cuarteles de la séptima división. El quinto compartimiento contenía los reactores nucleares del submarino, protegidos por 13 cm. de acero. La mampara del quinto compartimiento resistió la explosión, haciendo que las barras de control nucleares se mantuvieran en su lugar evitando un desastre nuclear. Los expertos occidentales han expresado su admiración por el nivel de la ingeniería rusa al crear un submarino que aguantó tanto.

       EL RESCATE: Inicialmente la armada rusa intentó mantener en secreto la tragedia pero debido a la presión de los familiares de los tripulantes debió solicitar ayuda para lograr rescatar a los sobrevivientes. Se pensaba que podía aun haber algunos tripulantes vivos en la parte posterior del submarino pero luego de algunas inspecciones se llegó a la conclusión que era imposible rescatar marineros porque estaba totalmente inundado. Para tal misión se permitió la ayuda a misiones de Inglaterra y Noruega, y se concluyo que la totalidad de los tripulantes habrían fallecido luego de la segunda explosión. Para otras investigaciones parece que algunos alcanzaron a protegerse en un compartimiento estanco, pero con poca oxigenación y sin luz, inclusive algunos alcanzaron a escribir algunas notas y cartas a familiares. El Kursk fue levantado de su tumba por un equipo holandés que usó la barcaza Giant4, y 115 de los 118 tripulantes muertos fueron recuperados y enterrados en Rusia. También se temía que al izar el submarino ocurra alguna explosión debido a los explosivos que transportaba en su interior.
  

    Escapar del compartimiento averiado y trasladarse a otro en buen estado está totalmente prohibido por el Estatuto Naval y el Código de Honor de los marineros rusos. Cada uno debe permanecer en su puesto hasta el fin, tratando de impedir que el agua o el fuego se propaguen por el barco. Por eso, lo previsible es que en los primeros minutos de la catástrofe muriera la mayor parte de los 118 miembros de la tripulación.
   
     UN CARTA:  La nota, encontrada en un bolsillo del teniente de navío Dmitry Kolesnikov, fue divulgada por el comandante de la marina rusa, tras el rescate de cuatro cadáveres del submarino Kursk, que naufragó en aguas árticas el 1 2 de agosto de 2000, por causas aún no esclarecidas.
“13.15. Todos los tripulantes de los compartimientos sexto, séptimo y octavo se trasladaron al noveno. Aquí nos encontramos 23 personas. Tomamos esta decisión como resultado de la avería. Ninguno de nosotros puede subir a la superficie.”
Poco más de media hora más tarde, Kolesnikov aún pudo redactar otro apunte en la carta:
“1 3.5... (no se aprecia claramente la última cifra de los minutos). Escribo a ciegas...”
Esta dramática carta reveló que al menos 23 tripulantes sobrevivieron algunas horas a su naufragio, y murieron de frío o por asfixia mientras esperaban en vano la llegada de auxilio exterior. Kolesnikov se había casado apenas 15 días antes de la tragedia que conmocionó a Rusia y al mundo durante dos semanas de angustiosos intentos de rescate de posibles sobrevivientes.
Su viuda, Olga Kolesnikova, al acudir a Severomorsk, donde se encuentra la morgue a la que habían sido transportados los cuerpos, dijo: “vengo para ver una vez más a quien amo y poder leer la carta”, “Tenía el presentimiento de que él no había muerto rápidamente, lo que me causaba un tremendo dolor, y ahora con la existencia de esta carta el dolor se confirma”

    La nota que escribió el teniente Dmitry Kolesnikov en la oscuridad del Kursk no fue el único mensaje que redactó antes de morir. Su mujer, Olga, contó que poco antes de abordar el submarino le escribió un poema que dice: “Cuando llegue la hora de morir, pese a que intento no pensar en ello, querría haber tenido tiempo para decirte Querida, te amo”.

(1986) La Tragedia del Transbordador Challenger



La misión 51 L del transbordador estadounidense tenía que haber sido rutinaria.  Su tarea principal era poner en órbita un satélite de comunicaciones, una tarea que otros transbordadores ya habían hecho anteriormente.  En 1986 había habido 24 misiones de transbordadores y el Challenger había viajado al espacio nueve veces.  Pero esta misión, la décima, tenía otro objetivo.  Era un ejercicio de relaciones públicas. Iba ser el primer cohete espacial estadounidense en el que viajaría un ciudadano de a pie.  La NASA (National Aeronautics and Space Administration) estaba deseando demostrar lo seguros que eran los viajes especiales.
La candidata seleccionada fue la maestra de 37 años Shar ' on Christa McAuliffe.  La eligieron entre más de 10.000 candidatos para el Space Flight Participant Program, y el plan era que emitiera una lección desde el espacio. «Ouiero desmitificar la NASA y los vuelos espaciales», declaró McAuliffe.

Retrasos en el lanzamiento
Desde el principio, la misión 51 L     parecía condenada  al fracaso. El despegue se aplazó dos veces debido a problemas técnicos. El martes 28 de enero de 1986 hacía mucho frío, tuvo ti y la tripulación pensó que el lanzamiento volvería a, aplazarse. Pero en  la reunión antes del desayuno les comunicaron que cabía la posibilidad de que despegaran alrededor de las 11 de la mañana.  Poco después de las 9.00, la tripulación se puso los trajes azules de vuelo.
Cinco de los tripulantes eran expertos astronautas: el comandante Dick Scobec, el piloto Mike Smith y los tres técnicos: Judy Resnik, Ron McNaii y Ellison Onizuka.  El otro neófito era el ingeniero Greg Jarvis, que llevaba varios años en el programa espacial.  Aunque ya le habían seleccionado para otros viajes anteriores, era la primera vez que participaba en una misión espacial.
 
 Hielo en la plataforma:
Cuando los astronautas llegaron a la plataforma de lanzamiento 39B, vieron
 que había placas de hielo Y carámbanos colgando alrededor de la estructura de lanzamiento.  La cuenta atrás para el despegue empezó, pero al equipo de dirección de la misión le preocupaba tanto que el hielo, al caer, pudiera afectar al lanzamiento, que detuvieron la maniobra nueve minutos antes del despegue para valorar los riesgos.  Alas 11.15 decidieron que no había peligro.  La cuenta atrás se reanudó a las 11.29, Y el lanzamiento estaba previsto para las 11.38.
Los familiares  y amigos de la tripulación se situaron en la zona   VIP del mirador a cinco kilómetros de la plataforma de lanzamiento. Entre los espectadores se encontraban los padres de McAuiiffe, su marido Steven, abogado, y sus dos hüos: Scott, de nueve años, y Caroline, de seis.  También había un grupo de alumnos suyos de la Concoid High School de Massachusetts, donde McAuliffe enseñaba economía, derecho e historia de América.



Los ordenadores de a bordo del Challenger hicieron las últimas comprobaciones.  Entonces, a seis segundos del despegue, la tripulación oyó el ruido del motor principal al encenderse.  Cuando el motor alcanzó la potencia máxima, el ruido se convirtió en un rugido ensordecedor.  Entonces se conectaron los dos cohetes impulsores del transbordador-, montados sobre el enorme depósito naranja de combustible líquido.  Unas nubes de humo envolvieron al Challenger mientras ascendía sobre una columna de luego.
En el mirador, el grupo de espectadores aplaudió mientras el Cliallenger- se separaba de la torre e iniciaba el vuelo que elevaría al transbordador sobre las claras y azules aguas del océano Atlántico.  Treinta y seis segundos más tarde el Challenger atravesó la barrera del sonido.  De pronto el transbordador fue golpeado por un violento viento de costado.  Al detectar graves fluctuaciones en la ruta de vuelo, el sistema de guía, navegación ' y control de a bordo comunicó la desviación y ordenó al sistema de potencia de los cohetes impulsores que la compensara. 



Lengua de fuego
En tierra, el sistema de megafonía anunciaba con tono tranquilizador el avance del transbordado-. «Distancia recorrido cuatro punto tres millas náuticas.» Entonces los motores del transbordador aumentaron la potencia un 104 %. « Challenger, potencia máxima, ordenó el control de la misión. «Roger, potencia máxima», replicó el comandante Scobee.  En ese momento, con la tensión aerodinámica al máximo, una lengua de fuego que no había sido detectada empezó a lamer las junturas del cohete impulsor de estribor. Cuando el transbordador llevba setenta y dos segundos volando, el hidrógeno que se filtraba del depósito de combustible se encendió.  El cohete impulsor giró sobre sus amarres y perforó el depósito de combustible, que se desgarró de arriba abajo.  En la explosión resultante, cientos de toneladas de combustible líquido envolvieron al transbordador en una bola de fuego. Los dos cohetes impulsores salieron despedidos, y luego la explosión desprendió el transbordador.  Todo pasó tan deprisa que no hubo tiempo para poner en marcha ninguna maniobra de emergencia.  En cualquier caso, el transbordador no iba equipado con asientos eyectables.


Posibilidades de supervivencia nulas
El comandante Scobee había abierto el canal de radio, pero no tuvo tiempo de decir nada.  Oyeron al piloto Smith exclamar: ,Oh, oh».  Mientras el transbordador se desintegraba en el aire, algunos integrantes intentaron activar sus suministros de oxígeno de emergencia.  Pero aunque la cabina se conservó  prácticamente intacta hasta precipitarse en las frías aguas del océano Atlántico, a catorce kilómetros, la presión aerodinámica mató a todos los que sobrevivieron a la explosión inicial.
Los familiares  y amigos de los tripulantes contemplban el cielo, horrorizados.  Pese a ser evidente que algo terrible había ocurrido, el sistema de megafonía seguía proporcionando datos de la altitud y la velocidad del transbordador.
Finalmente el hechizo se rompió.  La voz flemática del sistema de megafonía anunció: «Los controladores de vuelo están analizando meticulsamente la situación.  Parece ser que se ha producido un grave fallo. Hemos perdido el contacto. El oficial de dinámica de vuelo informa que el vehículo ha explotado.  El director de vuelo lo ha confirmado.  Vamos a  ponernos en contacto con el equipo de rescate para ver qué se puede         hacer».
Edward y Gratos. » Corrigan, los padres de McAuliffe, anonadados, se quedaron mirando los restos de la nave que caían del cielo y las estelas de vapor del transbordador.  Luego ropieron a llorar.  Los oficiales de la NASA se los llevaron del mirador, aturdidos y con los ojos llorosos. El presidente Reagan aplazó su discurso del Estado de la Unión y apareció por televisión para dirigir se a la nación. «Continuaremos explorando el espacio -afirmó-.  Había otros vuelos espaciales... más maestros en el espacio.  No vamos a detenernos.  Nuestra esperanza y nuestro víaje continúan.»
Luego rindió un conmovedor homenaje a los siete astronautas que habían perdido la vida, comparándolos con Sir Francis Drake, que había muerto un día como aquél, 390 años atrás. «Los miembros de la tripulación del transbordador espacial Challenger nos honraron con la vida que llevaron -dijo-.  Nunca los olvidaremos, ni olvidaremos la última vez que los vimos, esta mañana, mientras nos decían adiós con la mano y comprendían un viaje que los acercaría a Dios.»


También tuvo unas palabras de consuelo para los alumnos que habían presenciado la trágica muerte de su maestra.  Era duro entender cosas tan dololosas, pero aquello formaba parte de la exploración ' y el descubrimiento, dijo. El futuro no pertenece a los débiles de corazón.  Pertenece a los valientes.»


(1986) Explosión Radiactiva en Chernobyl


El pasado 26 de abril se han cumplido 24 años de la explosión e incendio del reactor número 4 de la central nuclear de Chernobyl. El accidente, ocurrido a las 1:23 horas de la mañana, produjo la liberación de enormes cantidades de material radiactivo a la atmósfera, contaminando significativamente grandes extensiones de Bielorrusia, la Federación Rusa y Ucrania, afectando seriamente a la población local.
El accidente se inició al disparar los operadores la turbina para llevar a cabo el experimento que pretendían. El estado del reactor en ese momento, con un caudal de refrigeración superior al normal y los venenos neutrónicos extraídos en mucha mayor proporción a lo permitido, hicieron que el reactor estuviera en régimen de supermoderación, con lo que el transitorio originado provocó un brusco aumento de reactividad que no pudo ser compensada. Una vez producido el transitorio, debería haber funcionado el sistema automático de protección del reactor, parte del cual estaba desconectado. La explosión que siguió a continuación provocó la destrucción física del reactor y la cubierta. Para dar idea de la gran liberación de energía, se dirá que partículas de plutonio alcanzaron los 2 km de altitud.
En los diez años transcurridos se han realizado considerables esfuerzos para evaluar y mitigar los efectos de un accidente que tuvo su origen en una serie de fallos humanos, de diseño y políticos, que nunca debieron haber ocurrido. Se resumen a continuación los principales acontecimientos previos y posteriores al accidente, recopilados de investigaciones recién concluidas.

El accidente ocurrido en la madrugada del 26 de abril de 1986 consistió, básicamente, en una conjunción de fallas humanas y de diseño de la planta. Se originó en una serie de pruebas que, con el fin de mejorar la seguridad, se iniciaron en el reactor. La idea era verificar que la inercia de una turbina era suficiente, si se producía una interrupción abrupta de la alimentación eléctrica, para que los generadores mantuvieran en funcionamiento al sistema de refrigeración hasta que arrancasen los generadores diesel de emergencia.
En los reactores "occidentales" esta eventualidad está prevista en el diseño del reactor, admitiéndose una demora de hasta 30 segundos de los diesel que deben cubrir la falla. Por aquí, este tipo de pruebas está prohibido o se encuentra estrictamente reglamentado.

En la unidad 4 de la Central de Chernobyl, se intentó ese experimento después de haberlo realizado, con éxito, en la unidad número 3. Para llevarlo a cabo, era necesario llevar el reactor a un 30 % de su potencia de funcionamiento (3200 MW térmicos).
El 25 de abril, a la 01:00 se comenzó a bajar potencia y a las 13:00 hs el reactor ya estaba funcionando a un 50 % de potencia, cuando se desconectó una de las dos turbinas. En ese punto, las autoridades del sistema pidieron que se lo mantuviera por necesidades de la red eléctrica. La central quedó esperando la autorización para iniciar la experiencia, cosa que ocurrió a las 23:00.
A las 23:10 se bajó la potencia del reactor. Por un error de operación (PRIMER ERROR) la potencia se bajó a un 1 %, provocando la condensación del vapor presente en el núcleo. Como el agua absorbe más neutrones que el vapor, esto introdujo reactividad negativa.
Si la "reactividad" es cero la reacción en el núcleo se autosostiene y la población neutrónica se mantiene constante; entonces, se dice que el reactor está crítico. Si es positiva la población neutrónica crece y, por lo tanto, la potencia del núcleo aumenta. Si es negativa la población neutrónica disminuye y el reactor tiende a apagarse. Adicionalmente - al bajar la potencia del reactor - la concentración de Xe131 subió, introduciendo un fuerte aporte negativo adicional de reactividad. Es un "producto de fisión" que actúa como gran absorbente de neutrones. Esta situación produjo preocupación en los operadores, ya que el reactor se apagaba inexorablemente. Entonces, decidieron extraer todas las barras de control del núcleo, algo que no estaba permitido por los manuales de operación (SEGUNDO ERROR). Fue posible porque el diseño no contemplaba el enclavamiento del mecanismo.
Con el reactor operando prácticamente sin barras, se alcanzó un 7 % de potencia, en un estado de alta inestabilidad. (Las barras de control absorben los neutrones excedentes, manteniendo al reactor estable o crítico. Su remoción introduce reactividad positiva).
El reactor poseía un sistema automático de control de caudal por los canales. Al trabajar a tan baja potencia, el sistema hubiese tendido a la parada. Para evitarlo, los operadores desconectaron el sistema de parada por caudal e iniciaron el control manual del mismo (TERCER ERROR). Nuevamente, la falta de enclavamientos permitió esta maniobra.
En ese momento, todo el refrigerante estaba condensado en el núcleo. A las 1:23:04 del 26 de abril de 1986, se decidió desconectar la turbina de la línea de vapor, para iniciar la prueba. Para poder hacerlo, los operadores tuvieron que hacer lo propio con otros sistemas de emergencia (CUARTO ERROR).
Al desconectar la turbina, las bombas comenzaron a alimentarse por la tensión provista por el generador durante su frenado inercial. La tensión fue menor y las bombas trabajaron a menor velocidad. Entonces, se formaron burbujas de vapor en el núcleo, insertando una altísima reactividad y, por lo tanto, un brusco incremento de potencia.
A la 1:23:40 el operador quiso introducir las barras de corte. Pero, ya era tarde! Para ese entonces, el reactor ya estaba a varias veces su potencia nominal.
La presión en los tubos subió rápidamente, provocando su ruptura. Estallaron!!!, levantando el blindaje de la parte superior del núcleo.

Algunos fragmentos de combustible y grafito en llamas fueron lanzados hacia afuera, cayendo sobre el techo de turbinas adyacentes, causando una treintena de incendios. Para las 5:00, los bomberos habían apagado a la mayoría de ellos, con un terrible costo en vidas por la sobreexposición.
Luego de fracasar en su intento de inundar al núcleo, los soviéticos decidieron cubrirlo con materiales absorbentes de neutrones y rayos gamma (plomo, sustancias boradas, arena, arcilla, dolomita). Del 28 de abril al 2 de mayo, se dedicaron a hacerlo desde helicópteros. Cavaron un túnel por debajo de la central, para introducir un piso de hormigón y evitar la contaminación de las napas de agua subterránea. Así consiguieron que cesaran las grandes emisiones de material radiactivo.
El reactor fue finalmente recubierto con un "sarcófago" de hormigón, que provee un blindaje suficiente como para trabajar en los alrededores. Para evacuar el calor residual, se instalaron ventiladores y filtros.


La consecuencia inmediata del accidentes fue la muerte de 31 personas, 2 por la explosión y 29 a causa de la radiación. Todas formaban parte del personal de la planta.
Muchas hectáreas de campo quedaron inutilizadas por la deposición de material radiactivo. Teniendo en cuenta las dosis recibidas por los 135.000 habitantes de los alrededores, los modelos matemáticos predicen un incremento de menos del uno por ciento sobre la tasa normal de cáncer (20 %) en el área. 

(1976) Contaminación Química en Seveso

A medio camino entre Milán y los centros turísticos del lago Como, la autopista corta a lo largo el pequeño pueblo de Seveso.  Es una arteria notablemente activa que se extiende desde la contaminación de la ciudad hacia los cielos azules de algunos de los panoramas más asombrosos del mundo.  Durante la temporada pico, decenas de miles de viajeros llegan cada día.

En una mirada echada al pasar, Seveso parece ser el lugar ideal para cortar el viaje y detenerse a comer o cargar gasolina o simplemente para estirar las piernas y explorar.  En verdad, el pueblo se hizo famoso primero por los muebles de excelente calidad producidos en talleres salpicados entre las pintorescas casas de los amistosos y prósperos habitantes.


Después de echar una mirada de curiosidad, virtualmente todos los turistas siguen adelante con un estremecimiento y sin vacilación.  Porque
Seveso, una vez orgulloso de su comercio y su turismo, está en las garras de una pesadilla viviente que tal vez nunca termine... El 10 de julio de 1976, una explosión sacudió la planta química ICMESA situada fuera del pueblo y vomitó una nube de polvo bilioso al aire, donde se mantuvo esparciéndose ominosamente sobre las casas y la tierra laborable.  En 24 horas, la vegetación de cara al viento de la planta empezó a volverse amarilla.  Las hojas de las plantas y los árboles se enrollaron y marchitaron y los animales pequeños, misteriosamente empezaron a morir.  Más alarmante aún fue que los niños empezaron a desarrollar llagas en brazos y piernas, manchas rojas y erupciones en la cara y altas temperaturas.  El veneno apenas empezaba a hacer efecto.
Los médicos y funcionarios de ICMESA, propiedad de una gigantesca compañía farmacéutica suiza, estaban totalmente desconcertados con los acontecimientos que siguieron a la explosión de un pequeño reactor en la fábrica que producía herbicidas.  Pasaron días antes de que se dieran cuenta de que la explosión había producido un extraño "coctel" químico de tetraclorodibenzodioxina más conocido para un mundo horrorizado como agente naranja.  Este agente es el ingrediente activo del defoliante usado con efecto tan devastador por las fuerzas estadounidenses en Vietnam. 
Pasaron diez días completos antes de que el gobierno regional declarara el área de Seveso contaminada por dioxina.  Y para entonces ya era demasiado tarde, porque ya había una multitud de niños y adul tos que estaban en el hospital, con la cara cubierta con máscaras de gasa para ocultar los terribles desórdenes de la piel que dejarían a muchos de ellos con cicatrices para toda la vida.  Cuando la verdad salió totalmente a la luz, 11,000 habitantes del pueblo huyeron de sus casas, abandonando 40,000 animales de granja y masco tas domésticas a la muerte por los efectos de la nube de veneno.  En el espectral silencio de la que más tarde fue llamada Zona A (el mero corazón de Seveso) esca samente se movía una cosa viviente.
A unos meses del desastre, que todavía es conocido como el "Hiroshima de Italia", el número de niños que sufrían cloracné (una erupción persistente de furúnculos dolorosos en todo el cuerpo causada por dioxina) había aumentado a 417.  Cinco trabajadores de descontaminación contrajeron una enfermedad del hígado, a pesar de trabajar sólo jornadas de cuatro horas y de usar ropa protectora.  Y, en medio de temores de nacimientos anormales, por lo menos 400 mujeres embarazadas de "alto riesgo" fueron sometidas a abortos.  Un médico importante, Paulo Bruzzi, quien hoy en día mantiene un expediente que sigue creciendo sobre la salud de las víctimas de Seveso, dice: "Si esos niños hubieran nacido... ¿quién sabe?"

Varias deformidades fueron registradas en bebés na cidos unos meses después de la explosión de la fábrica ICMESA, pero todo el horror del número de víctimas nunca se conocerá porque muchos huye ron de¡ pueblo cuando el peligro de la contaminación fue descubierto.  Los intentos de sacar información a los médicos en toda Italia se han enfrentado al fracaso.  En una entrevista en agosto de 1981 (cinco años después de que comenzó la pesadilla), el doctor Bruzzi declaró: "Todavía hay un peligro respecto al cual no podemos decir nada.  Se trata del cáncer.  Hemos visto muchos animales muertos aquí... y tengo que decir que si la dioxina afectase al hombre como afecta a los conejos, Seveso habría visto en verdad un gran desastre.  Sin embargo, el cáncer es algo que no podemos olvidar por, quizá, 10 años.  Debemos seguir observan do a Seveso con gran cuidado durante mucho más Tiempo.  Es prematuro tocar campanas de victoria.  Las únicas campanas que suenan en Seveso deben ser de alarma para el mundo".

El gobierno italiano ha declarado que la Zona A debe permanecer cerrada para siempre.  Es un cementerio donde los recursos de un pueblo, una vez prós pero, están sepultados junto con montones de humus de áreas menos contaminadas (Zonas B y R) y los es combros de 300 casas fueron demolidas de inmediato.  Una barda amarilla, de más de tres metros de altura, con letreros llamativos que advierten "zona de cuarentena" rodea el corazón mortal de Seveso, al que sólo se puede entrar con permiso del gobierno por periodos limitados, usando ropa especial de protección, una regla igualmente estricta.  La razón de esta increíble cautela es sencilla: nadie puede estar seguro de si va a haber todavía más tragedias.
Pruebas recientes revelaron que los niveles de veneno en la tierra tomada a un lado del camino en Seveso eran diez veces mayores de lo que se creía.  Las pruebas, llevadas a cabo por un grupo de profesores de la Universidad de Padua, fueron rechazadas por las autoridades como "equivocadas" ' Cualesquiera que sean los peligros que todavía subsisten, una cosa es cierta: los 57 millones de libras pagados en compensación por la firma farmacéutica dueña de ICMESA, Hoffman La Roche, nunca van a hacer que Seveso sea totalmente seguro.  En una entrevista, un funcionario del gobierno dijo: "Es cierto que nadie, hasta donde sabemos, ha muerto como resultado de la nube de veneno.  Pero el hecho es que sabemos muy poco sobre lo que enfrentamos.  Todavía no sabemos si hemos sido bastante afortunados".
Igual de arraigados que los horrores de salud rela cionados con el desastre de Seveso, son los horrores psicológicos que subsisten.  Comprensiblemente, la tasa de natalidad entre aquellos que se quedaron o que después regresaron para ser reubicados en "áreas seguras" ha disminuido mucho.  El contratista de cons trucción Ugo Basilico, de 45 años, quien tiene un hijo de 10 años, declara: "Antes de la nube, yo había pensado que ya era hora de que tuviéramos otro hijo.  Pero ahora ¿quién sabe?  El médico dice que es mejor esperar.  Si tienes un bebé con un defecto, ahí está para toda la vida".

Cinco años después de que la nube de veneno ex tendiera su miseria, por lo menos 193 casos de cloracné habían sido registrados.  Sólo puede suponerse hasta dónde se ha extendido la tragedia, porque un poco más de cuatro meses después de que el "coctel" químico, se formase y se extendiese en la atmósfera, huellas de dioxina fueron encontradas en el lodo, en una calle de Milán.  Años de disputas, acusaciones y contraacusaciones entre las autoridades y los funcionarios de ICMESA han hecho muy poco para ayudar a resolver el misterio.
Esos años de indecisión no han hecho nada para amortiguar la pena o alentar la esperanza de jóvenes como la pequeña Alicia Senno, quien tenía sólo cuatro años cuando la nube de la fatalidad ensombreció a Seveso.  Era un caluroso verano, y Alicia vistiendo pantaloncillos cortos y playera había estado jugando alegremente afuera durante días, con su hermana Stefanía, de dos años y medio, y otros amigos del vecindario.
 Todos ellos oyeron la explosión, todos vieron elevar se la nube blanca y todos siguieron con sus juguetes y juegos.  Sin una alarma ni palabra de advertencia, siguieron corriendo por allí exponiéndose, sin saberlo, al horrible veneno de la dioxina, que ahora se sabe, es el más potente conocido por el hombre.
 Cinco días después de la explosión, Alicia cayó en erma.  Las grotescas erupciones que empezaron a brotar en toda la hermosa carita llegaron como una terrible conmoción para su madre y su padre que, junto con otras gentes del pueblo, no habían sido informa dos de la extensión del peligro sobre su comunidad por un accidente químico.  Sólo después de que la familia fue evacuada de su hogar, la pequeña Alicia, su hermana y su madre fueron internadas en el hospital mientras su padre era puesto temporalmente en un albergue.

Con una máscara de gasa blanca cubriéndole la cara, excepto en las pequeñas aberturas de ojos, nariz y boca, la condición de Alicia empeoró rápidamente.  Los efectos del cloracné estragaron su rostro, dejándola en una extrema aflicción.  Como primera víctima de la nube de veneno, se convirtió en un conejillo de in dias humano, y fue llevada de uno a otro hospital de Milán mientras los médicos se hallaban perplejos res pecto a cómo tratar su extraña enfermedad de la piel.
Se extrajeron muestras del tejido de su rostro para hacer pruebas de laboratorio y ver hasta qué grado podía ser regenerada su piel.  Los horribles furúnculos desaparecieron finalmente, para reaparecer a intervalos regulares, lo que es un síntoma común del envenenamiento por dioxina.  A veces, Alicia todavía tiene que usar esa máscara.  Es una experiencia penosa que agobia su mente a tal grado que ahora se aterra siempre que una figura blanca en uniforme de hospital se acerca.
Gianluca Bragiato, un niño de cuatro años, fue otra de las primeras víctimas del desastre de Seveso.  Después de dejar el hospital, su madre todavía tenía que cambiarle las vendas que le cubrían la cara dos veces al día.  Cuando llegaban visitas al hogar de la familia, él se apresuraba a esconder la cara en el regazo de su padre para ocultar la vergüenza de su deformidad.  Le aterrorizaba mostrar su cara a los burlones compañeros de juego en el jardín de niños cercano y era obligado a mantenerse muy lejos del sol, que hacía que le ardieran dolorosamente las mejillas picadas y llenas de cicatrices.  En el momento de escribir esto.. la condición del joven Cianluca ha mejorado considerablemen te. Su médico sostiene: "Creemos que es curable, aun que puede tomar años".
En dosis increíblemente mínimas, medidas en partes por trillón, el químico puede matar mamíferos.  Después de su uso extendido como defoliante para deforestar en Vietnam, donde miles de hectáreas devastadas están todavía sumamente contaminadas, los expertos han llegado a la conclusión de que sus efectos en los humanos (la duración de los cuales es todavía desconocida) pueden incluir, además de cloracné y defectos de nacimiento, tumores y posiblemente otros desórdenes graves.  Inclusive, como ahora se teme, el cáncer.
Para quienes escaparon de la nube de veneno, hubo la pena de perder sus hogares y todas sus posesiones Muchos están obstinados en que ninguna cantidad de compensación podrá reponer lo que tuvieron alguna vez.  El ama de casa Caterina Rivolta, de 58 años dice: 'Yo daría cualquier cosa por regresar.  Todos nuestros lindos muebles desaparecieron, y también el jardín que tanto nos gustaba.  Mi esposo y yo ahorramos durante 16 años para comprar nuestra casa.  Ahora lo único que podemos hacer es mirar a través de los boquetes de la barda, sabiendo que no podemos regresar.  Nada, ni siquiera cualquier cantidad de dinero, reemplazará lo que una vez tuvimos orgullosa mente".
Además de la angustia que queda, hay todavía rabia entre la gente de Seveso; rabia no sólo por los estropicios y retrasos que siguieron a la explosión en ICMESA sino también por el hecho de que nadie, ni siquiera los trabajadores de la planta, fueron ad vertidos de los peligros potenciales de los químicos que allí se manejaban.  Sin embargo, ¿quién hubiera podido saber que una extraña reacción daría como resultado la formación de dioxina mortífera a temperaturas quemantes de hasta 158 grados centígrados?
El furioso debate sobre lo que debe hacerse para descontaminar totalmente el área todavía sigue.  Mu chos expertos creen que podría no ser posible nunca.  Pero otros han propuesto pasos radicales para librar al pueblo de su pesadilla.  El profesor Chetti, funcionario regional en jefe de salud de Seveso, dice: "Debimos quemar toda la zona envenenada.  Lo que ocurrió aquí se halla en la misma escala de Hiroshima.  Es una de las catástrofes más horribles del mundo".
 Sin embargo, de la solución del profesor Ghetti se mofan otros expertos, que alegan que arrasar las áreas contaminadas empeoraría el problema.  Argumentan que a temperaturas por debajo de 1,000 grados centígrados, la dioxina se habría elevado hacia el aire como el humo y que, finalmente, habría bajado en algún otro lugar.

Así es que la pesadilla continúa.  Hoy en día, una calavera con huesos cruzados ha sido pintada ruda mente bajo la señal de la carretera que una vez indicaba orgullosamente el nombre del pueblo de Seveso.  Los saqueadores y vándalos, movidos por botines ricos y fáciles a pesar de exponerse a un peligro increíble poco después de las evacuaciones en masa, han desaparecido hace mucho, así como los turistas y los automovilistas que pasan y cuyo comercio mantuvo en progreso al pueblo: "Nos iba muy bien con los vacacionistas que iban al norte  dice el dueño de una estación de gasolina local , pero ya no.  Ni siquiera se detienen a cargar gasolina, a menos que se les esté acabando.  Y en cuanto a comer aquí, bueno, ¿usted qué haría?"
Mientras tanto, en la Zona A, en medio del montón de veneno lleno de escombros que una vez fue el corazón de Seveso, las únicas cosas vivientes que se mueven son los trabajadores descontaminadores con sus trajes protectores que de vez en cuando incursionan en el área de devastación y desolación.  Ningún animal que se aventure a entrar en el área dentro de la alta barda sobrevivirá mucho tiempo.  Ningún pájaro canta nunca en el centro del pueblo, porque mientras las víctimas están todavía milagrosamente vivas, es el pueblo mismo quien ha muerto.